El Gran San Martín

Por Leticia Leibelt

Finalmente se dio la lógica en el último programa de “El Gen Argentino”. Luego de ocho emisiones en las que se debatió sobre la vida, los logros y los desaciertos de los personajes más queridos del país, la gente eligió anoche a José de San Martín como el gran argentino – “patrocinado” por Rodolfo Terragno –, que se impuso con el 55,8% de los votos sobre René Favaloro. Minutos antes, Juan Manuel Fangio había quedado en tercer lugar.
Así, Mario Pergolini y los panelistas del ciclo se hicieron eco de la decisión del público explicando que evidentemente escogió a quien consideraba “el argentino ejemplo” y no al que más nos representa – con nuestros defectos y nuestras virtudes –, como el programa proponía en un comienzo.
Durante el séptimo programa ya habían quedado en el camino los otros dos más votados, Ernesto “Che” Guevara y Alberto Olmedo, y antes Eva Perón, Manuel Belgrano, Roberto Fontanarrosa, Jorge Luis Borges y (sorpresivamente) Diego Maradona, que “perdieron” en sus respectivas categorías frente a los que se convirtieron en los cinco finalistas.
Por otro lado, el conductor anunció un noticia muy esperada: la vuelta de “Algo Habrán Hecho”, que se verá nuevamente por la pantalla de Telefé el año que viene en lo que será su tercera temporada.
Más allá de las críticas que puedan hacérsele al ciclo por presentar una competencia de próceres al estilo de los reality shows, no caben dudas que el mayor mérito de “El Gen…” fue dar a conocer más a fondo a los grandes personajes locales, y convertirse en una excelente excusa para instalar en el canal de más audiencia un debate sobre historia en horario central.
Mientras tanto, los argentinos dejamos al descubierto nuevamente nuestras contradicciones. Lo mejor que tenemos: interesarnos por la cultura aún en nuestros tiempos – los más de dos millones de votos que recibió el programa desde la primera emisión hasta la final lo confirman. Lo peor: tener que remontarnos a más de 150 años de historia para encontrar uno de nosotros al que podamos llamar sin vacilaciones “el más grande”.